Shiraz: ciudad de poetas, jardines y ruinas

Llegamos a Shiraz en autobús desde Isfahán después de unas 5 horas de viaje. Esta ciudad situada a 910 km al sur de Teherán es conocida por sus ruinas, poetas, jardines y mezquitas. Dedicaremos dos días y tres noches a conocer este lugar, pues al tercer día saldremos camino de Yzad. Realizaremos varias paradas en el viaje y visitaremos la antigua e impresionante ciudad de Persépolis.

Día 1 en Shiraz

Nuestra hora favorita para visitar las mezquitas es el atardecer, pues los templos se ven iluminados con vivos colores que resaltan su belleza. El Mausoleo del Shah Cheragh, en Shiraz es la mezquita más importante del lugar. Con el Chador puesto, entramos sin problemas y en la puerta principal nos esperan dos guías voluntarios que nos dan la bienvenida al lugar. En Mausoleo del Shah Cheragh se halla la tumba de Sayyid Amir Ahmad, el hermano del octavo Imán. En el recinto nos llama la atención un grupo organizado de españoles, que capta las miradas muchos de los visitantes locales. Algunos incluso se hacen fotos con ellos. En el patio central una fuente proporciona calma y serenidad al lugar. La cúpula dorada de la mezquita queda reflejada en el agua. Nos quitamos los zapatos y entramos con cuidado. Frente al santuario una mujer reza moviendo los labios y con los brazos alzados. En la sala contigua cientos de fieles rezan al mismo tiempo, de rodillas y siguiendo los cantos del muecín.

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Salimos del templo para ir a parar a uno de los tantos restaurantes de comida tradicional iraní. Hay varias mesas ocupadas y música en directo, por lo que pasamos una velada agradable.

Al llegar al hotel nos dimos cuenta de que compartíamos habitación con un simpático roedor, que huía de nosotros en cuanto nos veía llegar. Bloqueamos su escondite y decidimos fingir que no habíamos visto nada. No tuvimos mucha suerte con la habitación del hotel Golshan, que además era pequeñita y tenía un baño con muy mala ventilación. Eso sí, la atención fue más que correcta y tomamos más de un té cortesía de los anfitriones en el patio común.

Día 2 en Shiraz

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La mañana siguiente, bajo un sol de justicia y un calor sofocante, decidimos ir visitar la tumba del poeta Saadi, un reconocido escritor iraní del siglo XII. Sus mejores trabajos son el Golestan (jardín de rosas) o y el Bustan, una sátira acerca del funcionamiento de la justicia y el gobierno. Los jardines en los que está enterrado Saadi no son especialmente atractivos y solo merecen una visita por el interés que pueda tener el poeta en cuestión.

Al salir del recinto una mujer nos saluda desde su coche. “Hello, how are you?”. Devolvemos el saludo y seguimos caminando para al rato volver a encontrarnos con la misma chica que había dado toda la vuelta. Nos pregunta de dónde somos y se ofrece a llevarnos con mucha amabilidad. Hace mucho calor así que no nos hacemos de rogar. Es profesora de inglés y directora del centro en el que trabaja. Nos cuenta que es iraní, aunque de padres turcos y que su abuelo era ruso. Tiene un acento perfectamente inglés y le encanta hablar. También nos explica muy contenta que tiene 27 años y que se acaba de casar. Enseguida llegamos a nuestro destino, la Puerta del Corán, que marca los límites de la ciudad. Nos despedimos agradecidos por su ayuda y, como no, nos deja su teléfono. A estas alturas del viaje tenemos ya toda una agenda de contactos iranís. Desde la puerta del Corán se puede ver la ciudad de Shiraz desde las alturas. Además, también hay un pequeño jardín incrustado en la montaña que alberga la tumba de Khavaju Kermani, otro de los grandes poetas de Shiraz.

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Comemos algo sencillo por la zona y seguimos rumbo a los terceros jardines del día y también los más bonitos. Se trata de los jardines que albergan la tumba del poeta sufí Hafez, conocido por sus escritos místicos. Su apodo “Hafez” parece ser que viene dado porque de niño supo aprenderse de memoria El Corán. El agua brota de las distintas fuentes y las flores de vivos colores perfuman el ambiente. Un capitolio de finas columnas custodia la tumba del poeta. La gente disfruta tranquilamente de la paz del recinto.

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A la salida de los jardines, un periquito puede elegir para ti un sobre en el que aparecerán, a modo de predicción, algunos de los versos escritos por este poeta iraní.

Para acabar el día, qué mejor que dar una vuelta por el bazar. Aprovechamos para comprar algunas joyas y también más pañuelos, que se han convertido en nuestra debilidad. Después acabamos cenando en un restaurante tradicional iraní.

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Día 3 en Shiraz

Nuestro segundo día en Shiraz empieza como el anterior, con un huevo hervido, algo de pan con queso, un té y poco de melón. Dando un paseo llegamos a primera parada del día: la ciudadela de Karim Khan. Se trata de un complejo amurallado del siglo XII que en la actualidad es utilizado como museo. Vale la pena darse una vuelta por el patio interior y visitar el área de los artesanos, donde podrás verlos trabajar. Los joyeros y bandejas son la expresión del buen gusto combinado con un trabajo de  precisión máxima.

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Desde allí cogemos un taxi que nos llevará hasta los jardines de Eram, cuyo nombre significa cielo en persa. La belleza de este lugar, que se asemejaría al paraíso, le ha hecho ganarse el nombre. Paseamos por los jardines largo rato y visitamos las distintas zonas y el pabellón central. También tenemos tiempo de hacernos varias fotos todos los iranís que nos lo piden y de sentarnos a la sombra a descansar. Se pueden ver parejas de la mano, niños corriendo y hasta a una mujer dándole el pecho a su bebé. En una esquina y aparatados de la multitud dos jóvenes cantan a dueto en voz no muy alta. Estos son definitivamente unos de los jardines más bonitos de la ciudad.

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Al medio día comemos un pollo a l’ast en uno de los locales del centro. En la mayoría de estos sitios no hablan nada de inglés, pero con un poco de paciencia y un dedo para señalar se pueden hacer milagros. Por la tarde, visitaremos la mezquita de Nasir al-Monlk, también conocida como la mezquita rosa. Los elaborados mosaicos del exterior son realmente espectaculares y las vidrieras de colores forman en el suelo del templo todo un espectáculo visual (sobre todo por la mañana). Esta mezquita fue construida a finales del siglo XIX por encargo de la dinastía Qajar y, a pesar de su tamaño, te dejará boquiabierto.

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A pocos metros de esta preciosa mezquita se encuentra la casa Orangery (Narenjestan), construida por un antiguo alcalde y agente de impuestos de Shiraz. Es agradable dar una vuelta por el patio de naranjos y acercarse al talar con su decoración de espejos. En los jardines es habitual encontrarse a iranís vestidos con vistosos trajes tradicionales del país.

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La última parada del día la hacemos en la mezquita Vakil, situada dentro del bazar y construida en el siglo XVIII. Llama la atención su decoración de piedra y el estilo sobrio por el que se caracteriza. También es destacable el mimbar de mármol de una sola pieza.

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Comemos en un restaurante del bazar un estofado de berenjenas con ternera, también llamado Khoresh Bademjan y nos retiramos temprano al hotel, pues mañana debemos madrugar para ir a visitar la ciudad de Persépolis.

 

 

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