Desde la costa del mar Negro a Sofía

Después de unos días de descanso en la costa este de Bulgaria, cruzamos el país en coche: desde Burgas hasta Sofía. Fueron tres días de fortalezas, monasterios ortodoxos, naturaleza e iglesias. ¡Si venís conmigo os lo cuento!

La ciudad medieval de Veliko Tarnovo

Empezamos con Veliko Tarnovo, que fue la primera parada de nuestra ruta entre la costa del mar negro y Sofía. Situada entre colinas y los meandros del río Yantra, sus calles evocan el esplendor del Renacimiento Nacional Búlgaro.

El tiempo no acompañaba cuando llegamos a nuestro destino así que decidimos comer pronto y ver cómo iba avanzando la lluvia. El restaurante Shtastliveca fue todo un acierto para reponer fuerzas, disfrutar de las vistas y empezar a empaparnos de la historia del lugar

Vistas a Veliko Tarnovo
Vistas a Veliko Tarnovo

La historia de Veliko Tarnovo

Por su ubicación estratégica entre colinas y ríos, esta ciudad ha atraído civilizaciones desde tiempos neolíticos. Sin embargo, fueron los romanos quienes levantaron las primeras fortificaciones en el siglo VI y fue el emperador bizantino Justiniano quién construyó la ciudadela

Las calles de Veliko Tarnovo
Las calles de Veliko Tarnovo

Veliko Tarnovo fue un importante núcleo de rebelión contra el imperio Bizantino. Por ello, en el siglo XIII, durante el Segundo Imperio Búlgaro, esta ciudad (conocida por aquel entonces con el nombre de Târnovgrad) fue declarada la capital del país y se convirtió en aquel momento en un enclave de referencia para la cultura y el comercio

Por desgracia, un siglo más tarde, la ciudad acabó cayendo ante el avance del imperio otomano. Veliko Tarnovo fue saqueada y su ciudadela quedó destruida y casi abandonada, pues frente a un imperio tan extenso, su posición geográfica ya no suponía una ventaja. 

Ya en siglo XVIII, durante el Renacimiento Nacional Búlgaro, Veliko Tarnovo volvería a cobrar importancia gracias a su pasado glorioso durante el Segundo Imperio Búlgaro

No obstante, la ciudad no sería liberada hasta el año 1877, a manos del general ruso Gurko, en el marco de la guerra que enfrentó a Rusia y Turquía. Dos años más tarde, la Constitución de Bulgaria fue redactada en Veliko Tarnovo y fue aquí donde  finalmente se proclamó la independencia del Estado Búlgaro en 1908, acabando así con cinco siglos de ocupación otomana. 

La historia es fascinante, pero nosotros ya estábamos deseando conocer con nuestros propios ojos la ciudad. Y no hay mejor forma de comenzar que visitando la fortaleza Tsaravets. 

Tsarevets: un símbolo de fortaleza durante el segundo Imperio Búlgaro

Cruzamos el puente de piedra y entramos en la fortaleza de Tsarevets, que es el principal símbolo de la ciudad y además se ha convertido en uno de los iconos de Bulgaria. Pasear por allí te traslada a la época de los grandes zares búlgaros, con restos de más de 400 casas, una veintena de iglesias, el palacio real o la roca de las ejecuciones. Desde allí, lanzaban al río Yantra a los condenados a muerte. ¡Cuidado por donde pisas! porque tendrás que esquivar algún que otro escalón roto y agujero. 

Fortaleza de Tsaravets
Fortaleza de Tsaravets

Es impresionante pensar que algunas de las murallas tenían hasta 12 metros de alto y 10 de ancho. Disfrutamos muchísimo del recinto, pero lo que más nos sorprendió fue la Iglesia del Santísimo Salvador, que ha sido totalmente reformada y en la actualidad acoge los frescos del artista local Theopphanes Sokerov, que representan momentos claves de la historia búlgara: los colores, las sombras, los trazos gruesos, es un templo único. Además, desde lo alto de la ciudadela se tienen las mejores vistas de la ciudad

Vistas desde la iglesia del Santísimo Salvador
La iglesia del Santísimo Salvador
a6fcf20b-1a19-4b8b-ba08-7c2258dbb823_1_105_c
30f1b814-9a24-49a8-b2e4-ea057d1a78ae_1_105_c-2
previous arrow
next arrow

El centro histórico de Veliko Tarnovo es pequeño, así que no tardamos en recorrerlo a pie, y como todavía era pronto para cenar decidimos tomar unos zumos en un bar y hacer tiempo hasta la hora del espectáculo.

Esta ciudad fue golpeada por un terremoto a principios del siglo XX, aunque gracias a las labores de reconstrucción que se han llevado a cabo desde entonces, la ciudad de Veliko Tarnovo todavía consigue evocar ese glorioso pasado que tanto la caracteriza. 

Ya habíamos cenado y a las 21:30 estábamos junto a la muralla listos para disfrutar del espectáculo de luces y sonido. Pasan cinco minutos, pasan diez minutos, pasa un cuarto de hora. Y no, el espectáculo no empieza. 

Volvimos al coche un poco frustrados, porque en la oficina de turismo nos habían confirmado los horarios y estábamos cansados de esperar bajo la lluvia. Y cuando ya estábamos por volver al hotel, empezamos a oír música. Dimos la vuelta corriendo y nos plantamos con el coche en frente de la fortaleza. ¡Qué espectáculo, ni el castillo de Disney! 40 minutos de luces, música y campanas resonando por la ciudadela y conmemorando el auge y declive del Segundo Imperio Búlgaro. Destellos de luz, coros y focos perfectamente sincronizados. La verdad es que es un espectáculo audiovisual impresionante. 

Esta vez sí, pero ahora eufóricos todavía por la exhibición, cogimos el coche y volvemos a nuestro apartamento en Diabora. 

El monasterio Sokolski: revolución y calma

El plan para el día era dormir en Plovdiv, pero de camino íbamos a hacer unas pocas paradas de interés. La primera fue el monasterio de Sokolski. Un lugar tranquilo, en la montaña, donde se respira tranquilidad. De hecho, se encuentra dentro del Parque Natural de Bulgarka. 

El monasterio Sokolski

Se trata de un monasterio ortodoxo construido en 1833 y que lleva el nombre de su fundador: Yosif Sokolski. Yo, que no estaba muy familiarizada con la arquitectura del Renacimiento Búlgaro, me quedé maravillada. Sus cúpulas y frescos en tonos azules hacen que quede totalmente integrado en el idílico emplazamiento en el que se encuentra.

El interior del monasterio Sokolski
El interior del monasterio Sokolski

Además, este monasterio jugó un papel importante durante las luchas de liberación nacional, pues cobijó al revolucionario Vasil Levski, que era conocido como el Apóstol de la Libertad. 

También hay que prestar atención a la fuente de piedra que se encuentra en el jardín principal, ya que es obra del arquitecto más importante del Renacimiento Nacional: Kolyu Ficheto. Los ocho caños son un homenaje a ocho rebeldes capturados y asesinados en ese mismo lugar. Parece mentira que un lugar que evoca tanta paz esté ligado a un pasado tan revolucionario.

La fuente de 8 caños de Kolyu Ficheto
La fuente de 8 caños de Kolyu Ficheto

La iglesia Shipka: monumento que conmemora a los caídos en la liberación de Bulgaria

La siguiente parada fue esta vez para ver la iglesia ortodoxa de Shipka. Nos perdimos un poco para llegar y al preguntar indicaciones nos dijeron que estuviéramos atentos para ver unas cúpulas doradas. Lo cierto es que nunca vimos desde lejos las cúpulas, pero al final acabamos llegando a la iglesia. 

Iglesia Shipka
Iglesia Shipka

Es una iglesia memorial acabada a principios del siglo XX que conmemora a los soldados búlgaros, ucranianos y rusos que murieron luchando por la liberación de Bulgaria en la Guerra ruso-turca. El campanario tiene 53 metros de altura y sus campanas fueron forjadas con cartuchos fundidos recogidos después de las batallas. Asimismo, los nombres de los regimientos rusos y voluntarios búlgaros se encuentran tallados en 34 placas de mármol.

Iglesia Shipka
Iglesia Shipka

Por su relevancia histórica, este templo ha sido proclamado monumento nacional cultural. Aunque la verdad es que arquitectónicamente también nos pareció super interesante y diferente a lo que habíamos visto hasta ahora. 

Aprovechamos para comprar un poco de agua y para pensar dónde queríamos ir a comer. Al final, decidimos optar por Kazanlak, situada en lo que se conoce como el valle de las rosas.

Comida en Kazanlak, la ciudad de las rosas

Llegamos a Kazanlak a la hora de comer y lo cierto es que nuestro paso por esta ciudad fue muy rápido. Kazanlak se caracteriza por ser la principal exportadora del mundo de aceite de rosa. Esto hace que durante la primavera, esta ciudad búlgara, se convierta en un perfumado jardín. 

Tristemente, nosotros llegamos tarde al acontecimiento, ya que visitamos la ciudad en verano, así que tuvimos que conformarnos con una comida tradicional en una taberna muy acogedora. Para mi sorpresa, cuando nos sirvieron la comida, la trajeron en unos cuencos que yo había visto toda la vida en casa de mis padres, así que no pude evitar hacerles una foto y mandársela. Por lo visto, mis padres habían comprado esa vajilla veinte años atrás en Bulgaria. ¡Qué coincidencia! Del restaurante Magnolia, también nos sorprendieron los lavabos, pues el váter es un agujerito en el suelo. 

Comida tradicional búlgara en Kazanlak
Comida tradicional búlgara en Kazanlak

Volvimos a coger el coche y esta vez no paramos hasta llegar a Plovdiv, donde íbamos a hacer noche. 

Plovdiv: cuna del Renacimiento Búlgaro

Inauguramos nuestra visita a Plovdiv yendo a cenar con los mismos amigos con los que nos habíamos encontrado en Sofía y brindando con un chupito de Rakia. Plovdiv es una de las ciudades más cosmopolitas del país así que decidimos darle una oportunidad al ocio nocturno. Acabamos en el bar Central Perk (sí, como el de Friends) y yo no pude resistirme a probar el cóctel Drake Ramorey. Eso sí, la noche acabó allí pues a las 12:00 todos los locales habían cerrado y después de un paseo por el centro volvimos a nuestro apartamento. 

A la mañana siguiente, estábamos tan cansados que nos quedamos dormidos y tuvimos que unirnos más tarde a la visita del casco antiguo. 

Centro de Plovdiv
Centro de Plovdiv

Plovdiv es una mezcla de pasado y contemporaneidad. De hecho, se han encontrado indicios de asentamientos tracios de hace 9.000 años. No obstante, lo que más se aprecia hoy en día es su pasado romano (gracias a su anfiteatro) y su auge durante el Renacimiento Búlgaro.

Durante el siglo XIX, se construyeron algunas de las mansiones más suntuosas del país, pues la ciudad había prosperado mucho y sus comerciantes habían conseguido cosechar grandes fortunas. Podemos decir que no has completado el recorrido por Plovdiv hasta que no has visitado la Casa Hindlian, la Casa Casa Atanas Krastev, la Casa Balabanov y el Museo Etnográfico

Casas señoriales de Plovdiv I
Casas señoriales de Plovdiv IIII
Casas señoriales de Plovdiv III
Casas señoriales de Plovdiv II
dsc01857
dsc01838
dsc01851
dsc01833
previous arrow
next arrow

Todo esto contrasta con el lado más moderno de Plovdiv, con el arte callejero en forma de grafitis y murales o el ambiente jóven que respira la ciudad. Sin embargo, como Plovdiv había sido nombrada Capital Europea de la Cultura en el año 2019, nosotros nos encontramos una ciudad preparándose para ello, con obras que deslucían un poco su esencia. 

Graffitis en Plovdiv
Graffitis en Plovdiv

Aquella noche teníamos que dormir otra vez en Sofía, así que no tardamos en salir de la ciudad porque queríamos hacer varias paradas. La primera sería en el monasterio de Bachkovo.

Cánticos religiosos en Monasterio de Bachkovo

No había nadie así que entramos en el recinto con precaución. Una mujer se acercó a mí y me pidió que me tapara. Lo hice de muy buen gusto y entramos en la iglesia de Sveta Bogorodista. Había un hombre rezando y tres monjes cantando. Muy quietos, desde la entrada, admiramos los coloridos frescos de las paredes, como hipnotizados por los cánticos. Fue un momento íntimo y conmovedor. No queríamos irnos, pero temíamos molestar, así que no tardamos en salir. 

Monasterio Bachkovo
Monasterio Bachkovo

Bachkovo es el segundo monasterio ortodoxo más importante de Bulgaria, después del de Rila. Se inauguró en el siglo XI, aunque por ejemplo, la iglesia principal data del siglo XVII. En ella se encuentran más de 1800 frescos pintados por el reconocido artista Zahari Zograf. 

Patios del monasterio Backovo
Patios del monasterio Backovo

Para nosotros, esta breve parada fue de las más especiales del viaje, no imaginábamos que íbamos a tener la suerte de ver en directo a monjes búlgaros entonando cánticos religiosos en uno de los monasterios ortodoxos más importantes del país. 

Pero todavía nos quedaba una última parada antes de llegar a Sofía: la fortaleza de Asenova Krepost.

Las vistas desde la fortaleza de Asenova Krepost

Esta fortaleza medieval del siglo IX se encuentra en los montes Ródope, a solo 10 km del monasterio de Bachkovo. Probablemente, fue estratégicamente construida en ese emplazamiento por tratarse de un paso de montaña entre Bulgaria y Grecia. 

Hoy en día, casi no queda nada de la antigua fortaleza y lo que mejor se conserva es la iglesia de la Santa Virgen de Petrich. Para acceder a ella, hay que subir por unas estrechas e irregulares escaleras de piedra, y aunque el interior está muy deteriorado, las vistas compensan el riesgo de tropezar y caer acantilado abajo. 

Asenova Krepost
Asenova Krepost

Conseguimos volver sanos y salvos al coche y continuamos nuestro camino hasta Sofía. Llegamos cuando ya había anochecido, así que solo tuvimos tiempo de dejar las cosas en nuestro apartamento e ir a cenar. La verdad es que el apartamento dejaba mucho que desear porque había llovido mucho esos días y se había convertido en un nido de humedad. Pero todo quedó compensado con un buen plato de pasta en un restaurante italiano de la zona. 

Al día siguiente tocaba visitar el monasterio de Rila y acabar nuestro viaje explorando de nuevo la capital de Bulgaria.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *