La capital, la ciudad más moderna de Irán, la más grande y, a menudo, uno de los sitios más infravalorados. Esta gran urbe situada al norte del país es el centro político y económico de la República Islámica de Irán. Casi toda la industria del país se encuentra concentrada en Teherán: refinerías de petróleo, comercio de alfombras, industria textil, fábricas de azúcar, cemento y automóviles. La ciudad de Teherán, que es en este viaje nuestra puerta de entrada al país, guarda cierta semejanza con Estambul, el Cairo o Casablanca.
En sus orígenes Teherán era un pequeño pueblo situado a tan solo 7 kilómetros de la importante ciudad histórica de Rey. Una ciudad comercial dividida en 12 barrios, cada uno de ellos separados y dirigidos por un anciano. Ya desde sus inicios la agricultura dominaba la economía de la capital iraní, pues el comercio de frutas y verduras cultivadas en los patios y jardines de la ciudad era esencial. Esto era posible gracias a los pequeños afluentes del Elbourz y a los sistemas de regadío utilizados. Hoy en día todavía se puede disfrutar de una magnífica fruta en esta ciudad. ¡Sería un error no parar a comprar unas ciruelas, un poco de uva o una sandía!
Fue en el siglo 16 cuando el segundo rey de la dinastía safávida mandó construir un gran bazar y fortificó la ciudad entera con una muralla y nada más y nada menos que 114 torres. De esta forma Teherán se convirtió en una ciudad en la que poder refugiarse en caso de peligro. Sin embargo no sería nombrada capital hasta el año 1786, cuando el rey Mohammed Jan (el primero de la dinastía Qayar) se hizo con el poder de la ciudad. Todo un acierto debido a la estratégica ubicación de ésta. En la actualidad Teherán es ya una ciudad moderna, que cuenta incluso con rascacielos y que en ocasiones puede resultar un tanto caótica. Algunos de los puntos de interés que no pueden dejar de ser visitados son el Museo Nacional de Joyas, el Palacio de Golestán, el Bazar, el Mausoleo de Khomeini y el Santuario de Shahr-e Rey. En nuestro caso decidimos dedicar 2 días a conocer la capital.
Teherán – Día 1
Nuestro anfitrión, un simpático iraní llamado Komail, nos ha explicado muy detalladamente cómo llegar a los diferentes lugares que queremos visitar ¡Incluso nos ha dibujado varios mapas! “Yo era militar”, nos explica “y estaba en contacto con los soldados. Siempre les decía cómo llegar a los sitios. Les explicaba cuál era el camino más corto y les dibujaba un mapa o les hacía un croquis. Por eso mis mapas son tan buenos”, nos cuenta muy orgulloso y con una sonrisa. También bromea con nuestra primera visita: el museo nacional de joyas. Nos dice que es un lugar terrible para los hombres porque después de haber pasado por allí sus mujeres solo sueñan con las joyas que han visto tras las vitrinas. Nos dirigimos hacia allí en autobús. Este museo se encuentra en la planta inferior del Banco Central de Irán situado en la calle Ferdowsi y solo está abierto de sábado a martes (de 14.00 a 16.30). El valor de este museo es inestimable. Al llegar debemos dejar nuestras mochilas en unas taquillas y pasar por varios controles de seguridad. El museo en sí cuenta con una única sala en la que se expone el deslumbrante tesoro de los reyes persas. Algunos de los objetos más valiosos de este tesoro son la corona de Mohamad Reza Pahlevi y el diamante Daray-e-Nur, que con 182 quilates es el diamante rosa más grande del mundo. También podemos destacar un globo terráqueo cubierto de piedras preciosas o varias diademas de incalculable valor. Es una pena que las fotografías no estén permitidas en este recinto. Sin lugar a dudas, el Museo Nacional de Joyas merece una parada. Solo con admirar los tesoros que allí se encuentran uno puede hacerse a la idea de la magnitud y majestuosidad del Imperio Persa.
Después de un agradable aunque caluroso paseo y gracias a la ayuda de dos jóvenes iranís llegamos al palacio de Golestán. No habrá ni un solo momento en el que te encuentres perdido y no se te acerquen 2 o 3 personas para ayudarte, darte indicaciones e incluso acompañarte a dónde quiera que vayas. La gente local es extremadamente amable y siempre está dispuesta a tenderte una mano. Lo único que deberás hacer es sacar un mapa (o una guía de viaje en su defecto) y mirar en diferentes direcciones.
El Palacio de Golestán es una visita obligada en Teherán. Se trata de un complejo de palacios y jardines declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Asimismo, este Palacio acoge algunos de los edificios más antiguos de la ciudad. Pasear entre sus fuentes y jardines puede ser una buena forma de huir del ruido y bullicio de la ciudad. No obstante, lo que es quizá más impresionante de todo el complejo es la sala de recepciones y el salón de los espejos. Todo un espectáculo de luz, color y formas geométricas. Como mosaicos formados por miles de pequeños espejos que reflejan la luz y la esparcen por toda la sala creando una escena única y absorbente. Parece el viaje al interior de un diamante. También debemos prestarle atención al trono de Mármol y al Rincón de Karim Jan, un pequeño y encantador recinto abovedado cubierto de coloridos mosaicos.
Salimos del palacio de Golestán encantados y decidimos acabar de pasar la tarde paseando entre las callejuelas del Bazar. Qué buena primera toma de contacto, pienso para mis adentros: este viaje va a estar realmente bien.