Teherán – Día 2
Teherán todavía tiene muchas cosas interesantes que ofrecer. En nuestro segundo día en la capital decidimos ir a visitar el Mausoleo del Ayatollah Khomeini, probablemente el personaje más influyente del Irán moderno. Khomeini fue el líder político y espiritual de la Revolución islámica que tuvo lugar en el 1979. Fue él quien instauró la república islámica del país tras derrocar al sah Mohammad Reza, el último rey o sah persa de Irán. Podemos encontrar imágenes y representaciones suyas en múltiples esferas de la vida pública. Asimismo, su rostro aparece también en la moneda local de la república de Irán.
Llegamos al Mausoleo de Khomeini en metro. En Irán los dos últimos vagones del metro están reservados para las mujeres, aunque éstas también pueden viajar en el resto de vagones si van acompañadas de sus maridos o familiares. No obstante, en los vagones reservados para las mujeres no puede haber ningún varón. Es la última parada de la línea, por lo que no tiene pérdida. Durante el trayecto, decenas de vendedores ambulantes invaden el metro para vender calcetines, rotuladores de colores, sandalias, velos, maquillaje e incluso palos “selfie”. Son de todos los géneros y edades y venden casi cualquier cosa que se te pueda ocurrir.
El Mausoleo de Khomeini todavía está en construcción, por lo que por fuera no es un edificio especialmente remarcable. Al entrar en él las mujeres deben cubrirse con un chador, un velo tradicional iraní que solo deja al descubierto la cara. Las mujeres que no vayan adecuadamente vestidas recibirán un velo a la entrada. Por supuesto, los zapatos también deben quedarse fuera del templo. El Mausoleo de Khomeini es un espacio de grandes dimensiones que alberga en su interior la tumba del fundador de la República Islámica de Irán. La construcción de este complejo se inició en el año 1989 tras la muerte del Ayatolá. Gente local y turistas se entremezclan en este templo. Lo más destacable de él es el santuario central en el que descansa Khomeini, en un sepulcro iluminado por una intensa luz verde y protegido por una rejilla plateada. Es habitual ver cómo algunos de los devotos introducen billetes en él. El Mausoleo es quizá más interesante por lo que simboliza y por su aspecto histórico que no por su atractivo visual. En este templo vivimos nuestra primera experiencia con el chador y solo diré que al salir agradecimos volver a llevar nuestro sencillo yihab (el velo que solamente cubre la cabeza).
Nuestra siguiente parada es Shahr-e Rey, un antiguo e importante pueblo situado al sur de Teherán. El metro es nuestro medio de transporte para llegar, aunque esta vez no pasamos tan desapercibidos por los iraníes. Un grupo de jóvenes nos preguntan por nuestro destino y también por nuestra nacionalidad. No hablan nada de inglés pero al final conseguimos que nos confirmen la parada en la que tenemos que bajar. Entre risas y gestos transcurren 3 paradas de metro. Todo el vagón sabe ya de dónde somos y a dónde vamos. Cuando llega la hora de bajar una amable pareja nos acompaña y nos lleva hasta el autobús que tenemos que coger, ¡incluso le pregunta al conductor! Nuestro destino es el santuario de (Shah) Abd al-Azim, el monumento más importante de la zona, que alberga las tumbas del segundo y el cuarto imán.
El exterior está decorado con mosaicos de tonos azules y versículos del Corán. En el patio central destaca una bóveda dorada franqueada por dos minaretes. Bajo los arcos encontramos un techo de espejos en forma de estalactitas (decoración mucarma). En medio del patio, los fieles utilizan las fuentes para lavarse los pies y las manos antes de la oración. Como es habitual los hombres y las mujeres acceden al interior de las salas por diferentes entradas. Éstas no llegan a comunicarse nunca. Cientos de mujeres se congregan aquí, algunas hablan distraídas, aunque la mayoría de ellas reza sus oraciones en dirección a la Meca. En el interior puede admirarse la decoración de espejos y las lámparas de araña que están dispuestas en las diferentes salas y pasillos del complejo. Las devotas se concentran en unas pequeñas habitaciones donde se encuentran las tumbas de los imanes. Pasan todo lo cerca de ellas que pueden, tocándolas con las manos e incluso acercando la cara a las rejas que las protegen. En estas pequeñas salas se concentra la máxima expresión de devoción de todo el santuario.
Se va haciendo tarde y todavía no hemos comido así que decidimos buscar algún restaurante en el que poder sentarnos y disfrutar de la cocina iraní. No obstante, la comida en este país no destaca por su variedad. Es más, creo que su carta podría resumirse a pollo, cordero, arroz, arroz, arroz, más arroz, legumbres, pan de pita, estofado, pollo y arroz. Este día en concreto decidimos optar por el pollo. Suelen servirlo en forma de brocheta y acompañado de un poco de tomate, remolacha, cebolla y alguna vinagreta.
Volvemos al hotel después de comer para recoger las maletas y nos despedimos de nuestros anfitriones. Nos vamos de Teherán con muy buen sabor de boca. Nuestro próximo destino es Qom, la segunda ciudad más religiosa del país.